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Coedición: hacer negocio con la ilusión de publicar

¡No son lo mismo! ¡Infórmate antes de firmar!

Desde que la asociación inició su camino, hemos estado denunciando a las seudoeditoriales o «editoriales falsas» puesto que, la mayoría, solo son empresas de servicios editoriales que viven y medran a costa de las ilusiones de los plumillas que buscan convertir sus sueños en realidad: publicar, pero que desconocen por completo el mundo en el que quieren entrar.

Asesorarse antes, no firmar nunca nada sin que haya sido revisado por un profesional (abogado) que pueda deciros si todo está de forma legal, además de explicaros uno a uno los puntos y condiciones que estáis aceptando al poner vuestra firma en el contrato.

Y para contarnos un poco más sobre el lado oscuro de la «coedición», contamos con la colaboración de Benjamín Recacha, profesor, periodista y escritor, además de compañero en la asociación, y quien atesora conocimiento y experiencia en este sector, algo esencial cuando nos enfrentamos a lo desconocido…

 

Coedición: hacer negocio con la ilusión de publicar

por Benjamín Recacha

Web del autor: https://benjaminrecacha.com/

Publicar. Cuántos aspirantes a escritor sueñan con ver su primera novela en los escaparates, rodeada de las de tantos autores consagrados.

Fantaseamos con el éxito, con que nuestras historias estremezcan, con que miles de lectores se sientan acompañados por nuestros personajes… Y, claro, cómo no dejarse engatusar por quienes, con buenas palabras y promesas vagas, se interesan por nuestra obra.

Nos ofrecen publicar, y nos dicen que compartiremos espacio con los «grandes», en esos grandes almacenes de cultura empaquetada.

Nuestra novela, en la que tantas esperanzas hemos depositado, a la que tanto esfuerzo hemos dedicado. En papel, con un sello editorial, que puede que no sea muy conocido, pero, oye, por algo hay que empezar. Y estará en las tiendas, y la gente la podrá comprar…

Eso sí, como la editorial está apostando por un autor desconocido, como se está arriesgando por nosotros, nos pide contribuir con un pequeño esfuerzo extra: que nos hagamos cargo de una parte de la inversión.

Es un trato justo, ¿no? Ellos nos publican el libro y lo distribuyen (ejem), y como eso cuesta mucho dinero, lo normal es que compartamos gastos. Ah, pues sí, es lógico. Después de todo, aún no hemos demostrado nada como para poder considerarnos escritores, para merecer que nos paguen por publicar.

Pues no. La cosa no va así; o no debería. Escribir es un trabajo, lo justo es ser remunerado por él, no que nos cueste dinero.

Vale, hay matices.

El primero: haber escrito una historia no significa nada más que eso. No nos otorga ningún derecho ni necesariamente merece ser publicada. De hecho, por una simple cuestión estadística, es muy posible que ni siquiera merezca salir del disco duro de nuestro ordenador.

Pero aun siendo la mayor basura escrita nunca, nadie tiene derecho (o no debería) a lucrarse a nuestra costa. Porque la coedición es, en el mejor de los casos, la forma menos honesta de publicación. No para el autor, obviamente, cuya ilusión por ver su obra convertida en libro es siempre legítima (repito: siempre), sino para la «editorial».

El negocio editorial es eso, un negocio. Por tanto, para que sea justo (si es que eso es posible en el mundo de los negocios), implica unos riesgos que no siempre deberían recaer en el eslabón más débil de la cadena. Sí, ese somos nosotros, los escritores, y cuanto más pardillos, más débiles.

Lo que quiero decir es que es evidente que apostar por un autor desconocido conlleva un riesgo, pero es que las editoriales se dedican a eso, a publicar libros, a intentar encontrar la joya escondida que les haga ganar dinero, y, poco o mucho (poco, más bien poco), al autor le pagan, no le piden que pague.

En la coedición, la «editorial» no arriesga. Con lo que aporta el autor y las ventas aseguradas de los ejemplares que comprarán familiares y amigos en la presentación, cubre gastos de sobra.

Podría considerar la coedición una vía legítima si, igual que los gastos, los ingresos también se repartieran al 50%. Es posible que exista algún caso, pero lo normal es que, en lo referente a las regalías, funcionen como las editoriales tradicionales. Es decir, el autor recibe un 8-10% de las ventas, con lo que ya me diréis cuántos libros hay que vender para recuperar la inversión. Sin olvidar que para vender libros, estos tienen que estar disponibles en las librerías, y mucho me temo que como no se mueva el autor por su cuenta…

Porque lo de que nuestro libro compartirá espacio con los de autores reconocidos en esos grandes almacenes, sí, quizás se pueda solicitar allí, pero de que ocupe un espacio físico, nada de nada.

En resumen: la coedición sólo nos asegura ver publicado nuestro libro en papel (probablemente sin un trabajo de edición mínimamente aceptable; aunque tampoco lo garantizan un número creciente de supuestas editoriales serias) a cambio de una inversión desproporcionada sin apenas probabilidades de retorno.

Debo decir que hay autores satisfechos de haber elegido este camino, que lo han hecho a conciencia y lo consideran un acierto. Habrá además quien objete que las puertas de la publicación tradicional están prácticamente cerradas y que optar por la autopublicación también requiere una inversión alta sin garantías de retorno.

Cierto. No tanto lo de las editoriales, porque sí las hay que aceptan y publican manuscritos de autores noveles (otro día podemos hablar sobre el maravilloso mundo de las editoriales independientes y las que, independientes o no, olvidaron hace tiempo qué es un corrector).

La autopublicación conlleva un gasto más o menos elevado en función del trabajo que requiera nuestro manuscrito para convertirlo en libro.

Tendremos que contratar los servicios de profesionales independientes (los hay muy buenos) o de empresas de servicios editoriales (que las hay buenas y honestas; también piratas, con parche en el ojo, garfio, pata de palo e incluso loro en el hombro), pero una vez el libro llegue a nuestras manos, nadie se lucrará a nuestra costa; es decir, el cien por cien de las ventas serán para nosotros.

Evidentemente, si la obra es una basura, da igual la vía que escojamos. En el 99,9% de los casos, afortunadamente, la inmensa mayoría de lectores no llegaremos a conocer su existencia. Y en el 99,9% de los casos, ninguna editorial seria se interesará por ella.

Conclusión: si quieres publicar a toda costa, piénsate muy bien si tiene sentido que le regales tu dinero a una empresa a la que le va a importar un pimiento la calidad de tu obra y tu carrera literaria.

 

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