Este miércoles disfrutaremos con la nueva reseña de Dani A. Díaz quien, en esta ocasión se adentra en la obra de un autor clásico, Armando Palacio Valdés, para hablarnos de su obra«El crimen de la calle de la Perseguida». ¿La has leído?
El crimen de la calle de la Perseguida
de Armando Palacio Valdés
Reseña de Dani A. Díaz
UN COLOSO ASTURIANO DE LAS LETRAS
Hace muchos años disfruté dos excelentes novelas de nuestro paisano ARMANDO PALACIO VALDÉS: “José” (ambientada en el mundo de la mar) y “La aldea perdida” (la conmoción que trae la minería a una bucólica villa).
Ya tocaba reencontrarse con su obra y el Club Joven Bruguera acudió al rescate con una antología de cuentos que dejan un estupendo sabor de boca.
Prosa exquisita
En todos ellos fluye esa prosa exquisita, vivaracha, rica en vocabulario, brotando con ritmo y naturalidad, sin ningún tipo de adorno fatuo o pomposo.
Un caudal de emociones y sentimientos embargará el ánimo del lector: del miedo cerval a la risa entusiasta, de la broma divertida a la infinita tristeza, de la ternura infantil al suceso morboso, del inocente galanteo al pícaro juego…
En todas y cada una de las posibilidades se desenvuelve con garbo el maestro astur, despertando, primero, el interés; maniatando con el desarrollo, y sorprendiendo, las más de las veces, con finales inesperados que redondean y de qué manera el producto.
Lugares emblemáticos
Los nacidos en la tierrina asistimos complacidos a los lugares emblemáticos que salpican alguno de los textos lo que ayuda a encariñarse con el relato.
Comentando los ocho relatos
Se trata de ocho joyitas que merecen la cita de sus títulos y un breve apunte:
- “El crimen de la calle de la Perseguida” podría entroncar con las cimas del género del terror y suspense con un bondadoso personaje que se ve convertido en asesino tras ser asaltado de noche en un soportal; sus angustias y preocupaciones morales se contagian al lector que sufre lo suyo hasta el imprevisible desenlace.
- “El potro del señor cura” se saborea con sonrisa permanente describiendo la relación de lealtad del sacerdote con el noble bruto a pesar de las continuas bromas de los parroquianos (inevitable evocar la imagen del jamelgo de cierto bravo mosquetero de Gascuña).
- “Polifemo” es el apodo de un militar retirado de imponente figura, tuerto y de voz atronadora que genera pánico entre la chiquillería del campo de San Francisco; es, además, el dueño de un perro que contribuye a hacer un poquito más feliz la vida de un niño del Hospicio; el cierre recuerda las escenas más emotivas del mítico “Corazón” de Edmundo D’Amicis.
- “Los puritanos” narra la curiosa y cómplice relación que se va entablando entre un joven que se traslada a Madrid y una niña que lo contempla desde su balcón: timidez inicial, notas íntimas, paseos por la capital, obras de teatro, despedidas… todo ello envuelto con una caricia nostálgica que deja huella indeleble.
- “La confesión de un crimen” es un canto al triunfo de la amistad a pesar de las circunstancias más adversas: el temor a pedir perdón, la rabia inicial, la comprensión, el calor de un abrazo, la camaradería de la pandilla, el corazón limpio de la infancia… otro broche magistral.
- “El pájaro en la nieve” podría firmarlo el propio Dickens con un protagonista pobre, ciego y desamparado que lucha por subsistir en las condiciones más terribles y miserables; solo una esperanza le permite aferrarse a la vida: el regreso de un hermano que emigró a lejanas tierras; la dulzura, respeto y empatía que destilan este relato no conocen parangón.
- “Seducción” combina con sabiduría la presión de los editores a sus artistas con las confidencias que se susurran en los bancos de los parques; una fina ironía impregna todo el cuento en un delicioso cóctel de costumbrismo, fidelidad amatoria y ramalazos románticos.
- “¡Solo!”, plantea la dicotomía campo-ciudad a través de las relaciones interfamiliares; la vida en plena naturaleza parece discurrir tranquila y feliz hasta que un acontecimiento casual puede derivar en una verdadera tragedia.
Insistimos, ocho piezas de orfebre: no solo asombra la pericia en los cierres, sino que nos deleitamos con el mágico arte de contar.
Editorial Bruguera
La editorial Bruguera mantiene las piedras angulares de una colección maravillosa: tapa dura, portada de Isidre Monés, buen cosido, pequeña biografía del autor e ilustraciones interiores a cargo de Mabel Álvarez.
¡Gracias, maestro, por este sabroso regalo!
El autor
Armando Palacio Valdés (Entralgo, 1853 – Madrid, 1938) Escritor español. Tras pasar su infancia en Asturias, se estableció en Madrid a partir de 1870.
En su obra se distinguen tres etapas:
La primera, marcada por su amistad con Leopoldo Alas «Clarín» y por la adopción de posturas democráticas, incluye sus primeros escritos en periódicos de signo republicano como Rabagás, periódico satírico-político publicado en 1872 junto con Clarín, Tuero y Rubín.
Parte de sus colaboraciones en la Revista Europea formaron los libros Los oradores en el Ateneo, Los novelistas españoles (1878) y Nuevo viaje al Parnaso (1879), recopilados posteriormente en el volumen Semblanzas literarias. En 1881 publicó la colección de artículos «La literatura de 1881», escrito en colaboración con Clarín.
La segunda etapa, durante la que publicó sus mejores obras, se inició con la dedicación a la novela y culminó a mediados de los años noventa.
A esta etapa corresponde una serie de novelas que se sitúan dentro del marco de la literatura española de la Restauración, cercana al ideal de frialdad narrativa expuesto por Guy de Maupassant, y en ellas aparecen las características del costumbrismo regionalista decimonónico, en cuanto a técnica, ambiente y personajes: El señorito Octavio (1881), Marta y María (1883), El idilio de un enfermo (1884), José (1885), Riverita (1886), Maximina (1887), El cuarto poder (1888), La hermana San Sulpicio (1889), y sus novelas más polémicas, La espuma (1891), La fe (1892), El maestrante (1893) y El origen del pensamiento (1895).
Tercera etapa. A partir de 1896, año de la publicación de Los majos de Cádiz, se produjo un giro ideológico en su obra hacia posturas más conservadoras, centradas en torno a la moral y la espiritualidad cristianas, y desciende también la calidad de sus escritos.
De esta última etapa destacan, entre otras obras, La alegría del capitán Ribot (1899), La aldea perdida (1903), Tristán o el pesimismo (1906), Santa Rogelia (1926) y Sinfonía pastoral (1931).
Fuente:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Armando Palacio Valdés». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/palacio_valdes.htm [fecha de acceso: 22 de mayo de 2024].