En este artículo, César Mundaca nos habla de refugios, ya sean lecturas o pódcast, que le sirven de amparo, de protección ante la actualidad del día a día en una ciudad, en un país… ¿Nos acompañas en su lectura?
Refugios
Por César Mundaca
En el Perú, el ambiente permanece enrarecido, la grisura se percibe a diario, la fuerza de las armas se ha impuesto, la copiosa cantidad de motes que se arrojan, los grupúsculos en pugna resultan insoportables. A casi nadie parece importarle quién manda en este suelo violado, ni cómo se ejerce la máxima magistratura venida a menos. El pensamiento crítico, el beneficio de la duda o los debates delimitados por un mínimo de respeto se fundieron. Frente al horroroso perifoneo de los medios hegemónicos, hallé refugio en mi biblioteca, en las vitamínicas palabras de autores latinoamericanos, en la hermosa heterogeneidad de los pódcast.
Lecturas
Mis libros, de variado calibre, resguardan mi integridad mental. Hablo especialmente de La mitología contada a los niños e historia de los grandes hombres de la Grecia, de Fernán Caballero; Tomás Gordeieff, de Gorki, el sinuoso cálculo político verbalizado en El Príncipe, Mitos, leyendas y cuentos peruanos; y Cartas a un joven poeta, inmortalizado por Rainer María Rilke.
Las voces persuasivas de Paco Ignacio Taibo II, Ricardo Silva Romero, Sergio Ramírez y Carolina Sanín se unifican como eslabones genéticos. Luego, devienen en inmensos torreones acerados, desde donde disuado a la masa atribulada que pretende engatusarme con su ética de goma, con su inaudito puritanismo.
Pódcast
Autopublicar era una aventura, Algo que Decir, Otra felicidad imaginada, Tercera vuelta, Biblioteca personal y Pasado imperfecto son los pódcast que recomiendo a todos los lectores de esta humilde bitácora. Cada uno de estos grifos son los refrescantes surtidores de cultura, información, reflexión y, sobre todo, de paliativa serenidad.
DOLOR PATRIO
Estás más fragmentado que nunca,
más envenenado que en dictadura oriental,
más envilecido que el misterioso asesor
de brillosa calvicie.
Eres grande y lo seguirás siendo,
dice el vals criollo.
Pero tus hijos más perversos
te violentan
a diario.