Concepto de premisa en un guion: después de escribir el artículo Cómo se escribe un guion, Fede, un lector, nos envió una duda sobre «la premisa», comentando que para él era como «la hipótesis de la película»; a la par, también nos planteaba dos preguntas: «Y me pregunto -y te traslado la pregunta- ¿siempre es necesaria una premisa? ¿Hay alguna página que de variados ejemplos de premisas?».
Además de responderle in situ, en su comentario, Óscar Carrión ha escrito este nuevo artículo para hablar sobre ella, la premisa, y así plantear las dudas sobre su concepto, su necesidad…
A vuelta con el concepto de premisa
Esta semana me topé en la revista ScriptMag con un estupendo y extenso artículo de Michael Tabb que despejó muchas de las dudas que yo mismo tenía. Así que me pareció interesante resumirlas y comentarlas para aquellos que dispongáis de poco tiempo (el artículo es bastante largo) y para los que no dominéis el inglés.
El artículo se divide en dos partes. Por un lado Tabb se dedica a definir el concepto de premisa como la idea que subyace a la historia, la verdad en la que creemos y que queremos comunicar al mundo.
No entiende de personajes ni de conflictos. Tampoco es el tema de la película. Es una idea expresada en una sencilla frase con claridad y sin ambigüedades.
Y vosotros diréis: vale, pero ¿una idea de qué?
Pues una idea en torno a un tema concreto. Es decir, que la premisa es un posicionamiento del escritor a partir de un tema planteado a debate. La premisa es la opinión del escritor que utiliza el guion como el vehículo para comunicarla. Esa opinión es una tesis, extraída del debate que plantea la película.
Es importante lo del debate porque muchas veces se confunde con el tema del que habla la película. Y es un error. La película en sí es el tema, es el debate. Pero el final, el clímax, es el posicionamiento del autor en torno a ese debate. El clímax representa el triunfo de la tesis. El clímax es en sí mismo, la premisa.
Ejemplos clásicos de premisas que aparecen en el artículo son: “los celos no protegen a la pareja, sino que la destruyen” (Otelo) o “la ambición excesiva conduce a la autodestrucción” (Macbeth).
Para que el debate sea interesante y no parezca parcial también debe haber una antítesis, una opinión contraria a la del escritor (y representada en el guion por las fuerzas antagonistas).
Como es obvio, el debate está manipulado desde el principio porque tanto la tesis como la antítesis son creadas por una única persona (el escritor) con el objetivo de que siempre triunfe la tesis.
Pero entonces… ¿Cómo hacer que el debate parezca realmente una lucha abierta? ¿Cómo conseguir que la película no parezca un panfleto propagandístico sino un auténtico debate equilibrado?
Para eso hay que dar a la antítesis argumentos de peso, hay que equilibrar la balanza hasta el punto de que incluso el escritor tenga dudas. La búsqueda de la premisa es, en realidad, una búsqueda honesta y sincera de nuestras verdaderas convicciones. Por eso no es de extrañar que el debate nos haga dudar, y que incluso la premisa nos sorprenda. En muchas ocasiones, la exploración de la premisa nos llevará a descubrir aspectos de nosotros mismos que desconocíamos. Por eso escribir es un sentimiento irrefrenable para muchas personas. Porque se trata de un mecanismo de autoconocimiento liberador.
Lleva tiempo averiguar cuál es la premisa. Es un trabajo de ensayo-error. Hay que desarrollar la historia y revisar la premisa constantemente. Es un proceso necesario y largo, pero si se es consciente de su importancia, resulta apasionante.
Pero Tabb sugiere no quedarse sólo en las verdades universales sino desarrollar verdades personales pues es ahí donde reside la originalidad. Una verdad universal puede no cumplirse en casos concretos, o cumplirse de una manera muy particular. Es precisamente ese punto de vista peculiar del guionista sobre el tema de debate lo que hace que la historia sea original.
Ejemplos de esto último son films como American Psycho, Memento o Nightcrawler (a las que yo añadiría Taxi Driver o Match Point) en las que circunstancias peculiares y únicas contradicen una verdad universal comúnmente aceptada: que la verdad siempre sale a la luz.
Tabb concluye el artículo explicando los tres errores más comunes relativos a la premisa como son utilizar la película para probar una teoría (lo cual desvirtúa el debate para que sólo la tesis pueda ganar), hacer que terceras personas cambien la premisa original (productores a los que les gusta la historia pero quieren cambiar el final), o escribir una historia cuando no se cree en su premisa (lo que pasa a muchos guionistas de encargo).
En cualquier caso, lo que hay que tener claro es que la premisa es el auténtico corazón de nuestra historia. Es nuestra opinión más profunda en relación a un tema propuesto. La premisa siempre ayuda a no perderse durante la escritura porque nos marca el camino a seguir, el destino final de nuestra historia.
En resumen: no hay un único tipo de premisa. La premisa puede plantear una situación en la que se ve inmerso un personaje, describir el conflicto de la historia, o manifestar la idea subyacente a la historia. En cualquier caso se trata siempre de un concepto básico y resumido en una o dos frases sencillas.
¿Es necesaria la premisa? En mi opinión sí, porque te ayuda a estructurar y a tener claro lo que quieres contar. Eso sí, a medida que desarrollas la historia puede ocurrir que descubras que la premisa realmente es otra diferente a la que tú pensabas. ¡Pero eso no es malo!
Personalmente no conozco páginas concretas de premisas pero es un ejercicio curioso y divertido tratar de extraer las premisas de las películas que conocemos. Eso nos ayuda a descubrir su auténtica esencia.
Óscar Carrión
Guionista, ayudante de dirección y analista de guiones
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