Delitos y faltas, de Woody Allen, una nueva reseña de cine de Carmelo Gimeno. ¡Nos encanta la gran pantalla! ??
Delitos y faltas, de Woody Allen
«Después de la tormenta llega la calma»
Delitos y faltas, la película de Woody Allen (1989), se centra en dos protagonistas muy diferentes: uno es un triunfador, un oftalmólogo de prestigio, Judah (Martin Landau), y el otro es el propio Woody Allen, en el papel de Clifford, un documentalista de poco éxito. Ambos se encuentran en la escena final, en la boda de la hija del rabino Ben, al que los dos conocen. Y hablando de guiones de películas, Judah le cuenta un guion a Cliff (su propia historia), un crimen casi perfecto y no confesado, ni confesable, por su autor.
En esta película vemos la vida de dos hombres que tienen una distinta actitud moral. Cliff es íntegro y no duda en despreciar la fama de su cuñado Lester, al que tilda de engreído, cara dura, y seductor, envidiando su éxito y su dinero. Además, Lester se queda definitivamente con la mujer que Cliff ama, Halley, (Mía Farrow), la productora asociada del documental sobre la vida de Lester, que éste encarga a su cuñado Cliff, por petición de su hermana.
La historia de Judah tiene mucha más potencia que la de Cliff
La otra historia, la de Judah, es mucho más interesante, un hecho reconocido años más tarde por el propio Woody Allen. De hecho, en parte aborda de nuevo este tema en Match Point en 2005
Martin Landau está de sobresaliente con su personaje, sus miradas perdidas mientras todos están hablando son de escuela cinematográfica, la verdad, porque está totalmente ausente recordando algunos de los momentos vividos con su amante Dolores (Angélica Huston)
Me atrevería a decir que gran parte de las buenas críticas de Delitos y faltas son por el conjunto de los actores principales, con Landau a la cabeza. No obstante, destacan también las interpretaciones de Woody Allen, Mia Farrow y Alan Alda (como Lester).
Seguramente en lo que flojea la película es en la historia del perdedor Cliff, muchísimo menos turbia. Y es que el sentimiento de culpa juega muy malas pasadas mentales y dota a la vida de un estrés y de una intensidad que no se logran, ni siquiera, con el amor perdido y arrebatado a Cliff por su cuñado Lester, el de la guapa y agradable Halley.
Una amante histérica e incómoda
Dolores le está haciendo últimamente la vida imposible a su amante Judah, le amenaza con contarle todo a su esposa. Ante esta situación, ante las llamadas por teléfono a su propia casa, antes las notas a su consulta, Judath habla con su hermano Jack, con conexiones con personas que son capaces de hacerlo todo por dinero. Se ve venir lo que pasará. Judath al final termina pidiéndole a su hermano que contrate un asesino para matar a Dolores. Lo bueno es que Woody Allen resuelve esa escena con una gran elegancia, ahorrándonos los detalles. El asesino simplemente llama al timbre diciendo que trae flores. Y después de eso, Jack llama a su hermano avisando que todo ha ido bien.
Para mí, lo mejor de Delitos y faltas son los momentos siguientes al asesinato. Es como si la voz de la conciencia le impidiera dormir a Judah. «Por Dios, ¿qué es lo que acabo de hacer?», parece decirse el triunfador oftalmólogo. «Lo tenía todo, mujer, familia, dinero, una amante más joven, y ahora puedo haberme arriesgado a perderlo todo».
El sentimiento de culpa le hace ir al apartamento de Dolores para “asegurarse” de que está muerta, de que todo ha ido bien, y el cadáver de “la Huston” parece mirarle a él y nos mira a todos los espectadores para recordarnos siempre la culpa por el delito, por la falta, por el crimen.
Confesar la falta a su esposa Miriam no hubiera bastado. Eso lo sabe bien Judah; 25 años viviendo con ella le sirven para saber que su religión no le permitirá aceptar la infidelidad, la mentira.
Los momentos finales, dónde todo queda claro
Al final, cuando ya Halley ha vuelto de Londres convertida en la novia de Lester y rompe en mil pedazos el corazoncito de Cliff, resulta que es cuando Judah ha superado su sentimiento de culpa y ha decidido que no habrá más voz de la conciencia que le diga cómo tiene que vivir su vida. El camino hacia el éxito sigue, alguien fue condenado por el crimen de Dolores y él tiene todo un camino por delante con su familia y su esposa.
En cambio, Cliff se queda triste y solo, pensando que ha perdido el amor de Halley precisamente a manos de su peor enemigo, su propio cuñado Lester.
Suena la canción “I,ll be seeing you” y el perdedor parece que solo puede decirle al ganador que tendrá que soportar siempre sus delitos y faltas. Pero da igual, Judah ya le ha dejado solo, sin tener en cuenta sus advertencias; ya ha olvidado sus delitos y sus faltas incorporándolos a su vida.
*Las imágenes añadidas en el artículo han sido extraídas de: TV Guide, Unsungfilms e idmb.