Esta semana disfrutaremos con la reseña de la novela La Hermandad, de Henry Rider Haggard, más conocido como autor de Las minas del rey Salomón o por la trilogía Ella. ¿La conoces?
La Hermandad de Henry Rider Haggard
Reseña de Dani A. Díaz
HENRY RIDER HAGGARD, maestro del género de aventuras
Al célebre autor británico le hubiese bastado firmar esa maravilla que lleva por título Las minas del rey Salomón para morar en el Olimpo de la Literatura.
Afortunadamente, su obra es mucho más rica y fértil. Disfruté de mozalbete otras como las Aventuras de Allan Quatermain, pero también me atrapó hace pocos años La maldición de Chaka, una epopeya sobre el pueblo zulú.
Así que, cuando mis ojos se posaron en la portada de La Hermandad, me faltó tiempo para guardar la pieza en el zurrón.
En esta ocasión abandonamos las tierras africanas para viajar a la época de las Cruzadas.
Inicio
La narración arranca con una visión del sultán Saladino en la que se le anuncia que «con el sacrificio de su sobrina Rosamund, a la sazón cristiana residente en Inglaterra, logrará devolver la paz a su pueblo».
La joven será secuestrada por un comando árabe, y sus primos, Sir Godwin y Sir Wulf, partirán a Tierra Santa para tratar de rescatarla.
Con tono vehemente y apasionado, el autor irá combinando magníficas secuencias de acción.
En unas reluce el filo de las espadas con pasajes descriptivos didácticos como la ceremonia para armar caballeros; en otras encontraremos momentos de intensidad romántica, ambos paladines están enamorados de la dama cautiva, lo que añade una tensión dramática inusitada.
El ritmo
El ritmo trepidante (luchas, duelos, galopadas, persecuciones, viajes, cambios de escenario…) hará gozar a los amantes del género. Quedará en el recuerdo una justa celebrada en un angosto puente sobre un precipicio a la luz de la luna.
Si los apetitosos ingredientes ya eran abundantes, el plato alcanza la exquisitez con la aparición de la terrible secta de los «Asesinos» que moran en un inexpugnable castillo; la salvaje descripción de la cruenta batalla de Hattin; y el asedio de Jerusalén…
El lector llegará a sentir el tormento de la sed, el calor abrasador y el sabor de la sangre. Son capítulos memorables que hablan del buen hacer de un inspirado Haggard.
Y llega el final…
Un cierre redondo y emocionante supone el broche de oro para una novela prácticamente inédita y que merece ser rescatada y paladeada.
Solo resta hacer un llamamiento al mundo editorial para que alguien se atreva a lanzar de nuevo la trilogía de «Ella», otro de sus personajes inolvidables.
¡Gracias, maestro, por tantas horas de disfrute!
El autor
HENRY RIDER HAGGARD (Bradenham, 1856 – Londres, 1925) Novelista inglés.
Vivió algunos años en Indonesia y África, tras los cuales regresó a Gran Bretaña, donde desempeñó diversos cargos gubernativos.
Se le concedió el título de Sir, fue nombrado vicepresidente del Royal Colonial Institute y le fue otorgado el título de KBE (Knight Commander, Order of the British Empire).
Su primera novela de éxito fue Las minas del rey Salomón (1885), en parte inspirada en La isla del tesoro de Stevenson.
A dicho éxito siguieron enseguida otros como Ella (1887), su continuación, Ayesha, el retorno de Ella (1905) y Las aventuras de Allan Quatermain (1887).
Escritor prolífico y constante, fue también autor de una serie de obras históricas, políticas y documentales.
Bibliografía
Entre sus más de sesenta novelas, algunas publicadas por entregas, destacan Nada the Lily (1892), La hija de Moctezuma (1893), El pueblo de la bruma (1894) y, posteriormente, Queen Sheba’s Ring (1910), Cuando el mundo se estremeció (1919) y Belshazzar (1930).
Las novelas de Haggard, que era amigo de Kipling, son novelas de aventuras, según declaró explícitamente el propio autor en su autobiografía The Days of my Life (1926).
Posteriormente se publicaron en colecciones del llamado “género de fantasía”, pero a finales del período victoriano representaron un renacimiento del romanticismo, relacionado con las tensiones internas y los mitos de las colonias y el Imperio.
Era narrativa popular en el sentido más amplio del término, y sirvió como instrumento de propaganda de los ideales imperialistas.
Haggard creía en la misión cultural civilizadora del Imperio Británico, y creó a sus héroes y heroínas según un modelo coherente: belleza y fuerza física junto a nobleza y valor, cualidades que les asemejan al prototipo de ideal épico de virilidad y femineidad.
La ambientación exótica, con sus correspondientes descripciones de culturas misteriosas y fabulosas, la presencia de lo sobrenatural y un ágil ritmo narrativo (Haggard no se detiene en introspecciones psicológicas) le aportaron un éxito de público todavía vigente.
Fuente biografía: Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Sir Henry Rider Haggard». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/haggard.htm [fecha de acceso: 27 de noviembre de 2021].