Que Dani adora a Jack London, nadie lo duda, ¿verdad? Por eso no le extrañará a ningún seguidor ver como esta semana contamos con la reseña de otra obra del maestro, en esta ocasión Jerry de las islas.
Datos libro
Título: Jerry de las islas
Autor: Jack London
Editorial: El viento
Año: 2008
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Sinopsis
La vida de Jerry, un cachorro de terrier irlandés nacido en la isla de Santa Isabel -perteneciente al archipiélago de las Salomón-, discurre entre la diversión de perseguir a los negros y la alegría de retozar por las playas de arena blanca. Pero una mañana su dueño se lo regala a un aventurero y ambos parten en una peligrosa misión, a bordo de un yate cargado de trabajadores negros, que regresan a sus recónditas tribus caníbales de cortadores de cabezas. Una novela que narra con gran encanto, y también con extrema crudeza las aventuras de un perro valiente y noble en un escenario de contrastes: los existentes entre la cultura racista y explotadora del colonizador blanco y la de unas tribus salvajes y crueles de antropófagos que se comen unos a otros. Una apasionante novela de aventuras en las lejanas islas de la Melanesia.
Opinión
EL MEJOR JACK LONDON
¿Qué añadir a estas alturas sobre mi ídolo literario? El insigne escritor norteamericano es, junto a Sir Arthur Conan Doyle, mi indiscutible number one en el mundo de las letras.
Siempre me cautivó su prosa palpitante, enérgica, apasionada, bullente de vida. Mi biblioteca guarda celosa una veintena de sus obras y cuando ningún nuevo escrito con su firma parecía llamado a sorprenderme llega Jerry de las islas y me deja hechizado.
No es su título más conocido por el gran público, pero posee tanta fuerza y calidad como cualquiera de sus obras cimeras. El protagonista de la función es un terrier irlandés cuyo dueño lo vende a un aventurero negrero en la Melanesia.
A partir de ese momento discurren doscientas de las mejores páginas que nos ha regalado este genio de las letras. Por un lado, tenemos la faceta evocadora: un universo de bellos atolones, esbeltos cocoteros, aguas cristalinas, tribus de antropófagos, lobos de mar, tormentas tropicales…
Por otro, sumemos la habilidad que tiene London para transformar una costumbre o comportamiento en un episodio inolvidable, como el de dos mujeres aborígenes que discuten y el jefe las castiga a perseguirse la una a la otra, pero una aguijoneando a la víctima y, la otra, cargada con piedras, para intercambiarse luego los papeles garantizando así la reconciliación por muchas lunas so pena de repetir el experimento. Y añadamos el doble punto de vista en la narración: el de los humanos y el del perro. Jerry no puede hablar, pero conoceremos sus instintos más profundos, el proceso de sus razonamientos y lo acendrado de sus amores y odios.
Agitados todos estos componentes en una fabulosa coctelera, obtenemos una novela atractiva, tensa, dura, viril e hipnótica. Momentos de acción desgarradora se alternan con sabias reflexiones sobre la muerte o el matrimonio.
Para el recuerdo quedan las vívidas imágenes del asalto a la embarcación del capitán holandés o la defensa nocturna del arquero ciego en su choza… «caviar para los paladares más exquisitos».
¡Gracias, maestro London, por tantas y tantas horas de felicidad que me has regalado!