Esta semana disfrutaremos con La ciudad vampiro de Paul Féval, otra reseña de una obra de Arthur Conan Doyle, otra maravilla de lectura
La ciudad vampiro de Paul Féval
Reseña de Dani A. Díaz
UNA GENIAL PARODIA DE LA NOVELA GÓTICA
Paul Féval fue un escritor bretón que alcanzó notoria fama en el siglo XIX merced a sus folletines, novelas históricas y de capa y espada.
Destacando obras como Los misterios de Londres, El lobo blanco, El correo Rolando y, sobre todo, la excelsa joya El jorobado (o Enrique de Lagardere), novela por la que siente devoción el mismísimo don Arturo Pérez-Reverte.
Llegó a competir con el gran Dumas por el fervor del público de la época.
La ciudad vampiro
La gran sorpresa dentro de su extensa creación la constituye La ciudad vampiro, una novela refrescante y divertida como pocas —aunque pueda pensarse justo lo contrario dado su título y la terrorífica portada de la editorial Valdemar—, en la que palpita una constante parodia (elegante y respetuosa, eso sí) de la obra de una de las referencias del género, la escritora británica Ann Radcliffe.
El atrevimiento llega a tal punto que la heroína de la novela es la propia autora inglesa quien se ve inmersa en una trepidante y fantasmagórica aventura por salvar a unos amigos íntimos de las garras de unos tutores sin escrúpulos y de un vampiro.
Un ritmo cinematográfico y una prosa ágil y vivaz nos empuja a devorar los capítulos de tal modo que el libro pugna por escaparse de las manos: las escenas de suspense y misterio se entremezclan con otras descacharrantes que mueven a la hilaridad convirtiéndose en un homenaje al género, pero desde una perspectiva entre desmitificadora y regeneradora.
El autor aprovecha para deslizar la piquilla reinante entre ingleses e irlandeses, así como para satirizar el estilo un tanto plúmbeo y pomposo de la creadora de Los misterios de Udolfo.
(Por supuesto, no faltará el típico castillo perdido en un rincón de las montañas, escenario muy habitual en la obra de Radcliffe).
La originalidad, la frescura, y la desbordante imaginación palpitan en cada párrafo; esa delirante pelea en la taberna holandesa, la inolvidable troupe al servicio de las fuerzas del mal (una mujer calva, un hombre sin rostro, un perro con semblante humano, un loro, un niño con aro), el combate en Selene, el trasplante de cabellera entre damas, la sucesión de impactantes personajes secundarios…
Menciones en La ciudad vampiro
Otro gran acierto que contribuye al dinamismo de la novela es su carácter de road movie con los protagonistas quemando etapas por las ciudades imperiales a orillas del Rhin y el Danubio propiciando una atmósfera evocadora muy atractiva.
Añadir menciones a Walter Scott y a Charles Dickens y la aparición estelar y sorprendente de… ¡Wellington, el Duque de Hierro!
Gozosos ingredientes todos ellos para cocinar un menú delicioso y especial, un manjar inspirado y sorprendente en la trayectoria de un hombre que hasta la fecha había transitado por recetas mucho más clásicas.
El volumen se completa con una brillante introducción a cargo de Jesús Palacios (un habitual de la Semana Negra).
En esta introducción señala un paralelismo con lo que significó Don Quijote para las novelas de caballerías y esa brisa nueva que supuso para el terror al igual que la saga “Scream” lo logró en el Séptimo Arte.
De verdad, si tenéis ocasión… ¡no lo dudéis!
Entretenimiento garantizado, sustos a gogó y carcajadas a raudales.
¡Gracias, maestro, por este sabroso cóctel de emociones!
Sinopsis
La Ciudad Vampiro es una obra maestra del humor negro, hasta un grado tan exacerbado que hace pensar en los cuentos de Apollinaire o los delirios de bande dessiné propios de Jean-Pierre Jeunet o Marc Caro.
Incluso, a pesar de su tono paródico, funciona como una alucinada narración fantástica, como novela de horrores grotescos y estrambóticos, como una pesadilla surreal y gozosamente absurda.
Ya desde los orígenes de la novela gótica, cuando El Monje (GOT 3) (CD 4), Vathek, Melmoth el errabundo y sobre todo las obras de Ann Radcliffe gozaban de un amplio público, surgieron réplicas irónicas y salaces como La mansión de las pesadillas de Thomas Love Peacock o La abadía de Northanger de Jane Austen.
Pero nada más lejos de estas amables sátiras que el espíritu delirante y surrealista de La Ciudad Vampiro, de Paul Féval, autor de folletines y novelas de gran éxito en su tiempo, como Los misterios de Londres o El caballero de Lagardère.
Datos del libro
Traducción de Jacobo Rodríguez
Editorial Valdemar
Año 2007
Páginas: 214
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El autor
Escritor francés, Paul Féval fue un conocido autor de novela folletinesca, de acción, aventuras y elementos sobrenaturales, muy famosos en el siglo XIX y comparado con autores como Alejandro Dumas.
Criado en la Bretaña, cuyas leyendas usaría mucho en sus narraciones, Féval comenzó a publicar en 1841 en varias revistas sus Misterios de París, que luego extendería a los Misterios de Londres, sus obras más conocidas.
Tras sus folletines, Féval trató siempre de llegar a un público más cultivado, pero sin demasiado éxito, siendo obras como La Loba o El jorobado, las publicaciones que más reconocimiento le dieron.
Dentro de la novela gótica, Féval publicó La vampira y La ciudad vampiro, dos novelas pioneras del género en Francia y que tuvieron una influencia considerable en posteriores narradores.
En 1875, Féval quedó prácticamente arruinado tras un monumental escándalo con unas inversiones en el entonces Imperio Otomano.
Tras este fuerte revés, el escritor se convirtió en un cristiano renacido y dejó de escribir novela criminal para dedicarse a una más basada en temas cristianos.